Humanizar la asistencia hospitalaria y atender las necesidades que no son cubiertas a nivel sanitario, tanto de los enfermos oncológicos como de sus familiares, son los objetivos del programa de voluntariado que la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC) desarrolla en el CHOU, cuya última incorporación es el ‘Carriño Don Amable’, un servicio que aporta una pincelada agradable y entretenida a la estancia en el hospital. Aunque sólo cuenta con uno en el Santa María Nai, en breve dotará de otro al Cristal.
Los voluntarios de la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC) nunca fallan. Todas las mañanas, de lunes a viernes, acuden al CHOU para acompañar a los enfermos oncológicos y sus familiares mediante acciones como la escucha activa, el apoyo emocional y actividades para los pacientes ingresados.
A las 10 suben con el ‘Carriño Don Amable’ a la primera planta del Santa María Nai, colocándolo en el pasillo para que ellos mismos se sirvan. Infusiones, café, caramelos, zumos o aguas son algunos de los productos que oferta, gracias a un convenio con la Fundación Florencio Alvarez-María Teresa Esteban. Después, inician el recorrido por las habitaciones, ofreciendo periódicos y este amplio surtido de productos. También visitan el hospital de día (donde sus usuarios reciben quimioterapia) y la zona de radioterapia (en el sótano). Finalmente surten la sala de familiares del área de Paliativos (también en la primera planta) con caramelos, azúcar, sacarina, infusiones, zumos y aguas.
Pero al mismo tiempo que realizan esta tarea, les informan sobre las actividades de la asociación, les dan conversación, les escuchan y les ofrecen ayuda en caso de necesitarla.
La trabajadora social Rocío Taboada, responsable del programa de voluntariado hospitalario de la AECC en Ourense, destaca la labor de los voluntarios, que ‘son los primeros en detectar cualquier necesidad del enfermo o de su familia, así como los que les ofrecen la posibilidad de recibir atención social o ayuda psicológica’. Según afirma, el voluntariado contribuye a evitar la soledad de las personas sin apoyo familiar y a impedir ‘la claudicación del cuidado primario, es decir, dan respiro al familiar ya que mientras éste descansa y se despeja, acompañan al paciente’.